GUANCHES CON NOMBRES CATÓLICOS Y ALGUNOS DE SUS
DESCENDIENTES
APUNTES PARA UN ESTUDIO DE LA ONOMÁSTICA CRISTIANA IMPUESTA AL PUEBLO
GUANCHE
Capitulo I
Eduardo
Pedro García Rodríguez
"La historia es, pues, necesaria; pero no es
"inocente". Por eso los pueblos se ven a veces obligados a recuperar
su memoria colectiva que les había sido arrebatada, ocultada o falsificada. (…)
Porque cuando se trata de aherrojar a un pueblo, lo primero que se hace es
falsificarle o arrebatarle la imprescindible experiencia que significa su
historia. Por eso la historia rigurosamente científica, pero que es cosa de
todos, tarea en la que todos pueden y deben colaborar, es vital para una
colectividad que quiera ser libre de sus destinos" (M.
Tuñón de Lara, en: Faita)
Antecedentes
históricos
La presencia humana en el Archipiélago
Canario es mucho más antigua de lo que la historia oficial y oficialista nos
viene predicando. En los círculos académicos dependientes se tenía asumido como
cierto que la llegada de nuestros ancestros a las islas tuvo lugar entre
los siglos I y V antes de la era
occidental actual. Hace años que vengo sosteniendo que nuestros primeros antepasados comenzaron a
arribar a las isla en torno al 3800 antes de la era actual, naturalmente esta
teoría resulta demasiado atrevida para los sectores inmovilistas que dirigen o
mejor dicho, teledirigen los fundamentos históricos y culturales en nuestra
nación, pero se dice que el tiempo acaba poniendo las cosas en su lugar y dando
la razón a quien en justicia la tiene, por ello me es grato el ser testigo de
cómo los recientes estudios y descubrimientos arqueológicos van haciendo
retroceder en el tiempo la fecha asignada por los eruditos dependientes para el
poblamiento inicial de nuestro archipiélago, me refiero al reciente
descubrimiento y estudio por parte de un equipo de arqueólogos dirigidos por el
doctor Pablo Atoche. De un yacimiento que suponen de origen fenicio pero que en
todo caso constata científicamente la presencia humana en la isla Titeroygatra
(Lanzarote) en mil años antes de la era actual occidental, no dudo en que
estudios futuros acaben dándome la razón en cuanto a la fecha que postulo para
la llegada a las islas de los primeros canarios, pues los vestigios
arqueológicos son mas que evidentes, solamente hace falta buena fe, que los
estamentos científicos canarios se involucren honestamente y, voluntad política
para estudiarlos debidamente.
En un interesante artículo publicado en 1997
el eminente paleontólogo canario Dr.
Francisco García Talavera Casañas nos ofrece una visión acertada de la fecha
aproximada del inicio del poblamiento del archipiélago, en dicho artículo
expone las diferentes eras climáticas en el continente y recoge que: “Una nueva oscilación climática ocurrió hace
aproximadamente 4.500 años, volviéndose a la aridez, y es en esa época cuando
tendríamos de nuevo una población enfrente con posibilidades de cruzar el
charco y presionada por los rigores climáticos (Petit-Maire y Dutour, 1987).
¿Lo hicieron esta vez? En mi opinión, y en la de tantos otros: Cuscoy, Fusté,
Schwidetzky, etc., sí, ya que este pueblo era poseedor de la cultura
normalmente conocida como neolítico de tradición capsiense, con un cierto grado
de conocimiento que le permitiría hacerlo. Además, ya están apareciendo datos
que inducen a pensar en ello (Meco et
al., 1995).
En cualquier caso, es
éste uno de los puntos que más controversia han suscitado a lo largo del tiempo
y que, presumiblemente, seguirá dando que hablar.”
(García Talavera, Fco. 1997)
Referencias en torno al Archipiélago Canario
en la literatura clásica europea
El Archipiélago Canario era conocido por las
culturas greco-romanas antes de que estas fueran condenadas al ostracismo por
el auge del cristianismo, el cual hundió a Europa en un largo periodo de
oscurantismo, destruyendo las ciencias y las artes de las sociedades “paganas”.
Veamos una breve cronología reproducida de
un artículo de Guayre Adarguma:
“Siglo
VII a.ne. Los fenicio de Gades ya habían navegado por esta aguas desde sus
asentamientos en Gades, desde el navegaron la costa Atlántica de África,
pasando por Canarias y continuando hasta lo que hoy es Senegal. La tesis es que
las islas descritas por Hannón en el Cuerno del Oeste (actual Cabo Jubi), no
podían ser otras que las Islas Canarias cuya teoría es también defendida por el
también estudioso Schmidt. El mismo comentario indica que la exploración
continuó desarrollándose por otras islas de este archipiélago, presentando una
de ellas actividad volcánica (posiblemente sería la isla Chinech (Tenerife).
S. VIII a.n.e. Homero, en La Odisea , sitúa Los
Campos Elíseos, “... En lo último de la tierra, donde pasan los hombres una
vida tranquila y dulce, sin experimentar nieves, inviernos rígidos ni lluvias,
sino un perenne aire fresco nacido de las respiraciones de los céfiros que el
océano exhala”.
S.V a.n.e. La descripción de la Atlántida ,
realizada por Platón en sus Diálogos: Críticas y Timeo, concuerda con la
posición del Archipiélago Canario, cuyas masas emergidas serían los restos del
mítico continente hundido.
Siglo V a.n.e. Según el relato de una
navegación púnica al mando del cartaginés Hannón efectuada hacia el año 425 a .n.e. en la que, partiendo de Cartago (en la actual Túnez), se
navegó rodeando África hasta internarse en las profundidades del Golfo de
Guinea, en la desembocadura del Camerún. El único manuscrito que subsiste en la
actualidad data del siglo X.
Es más que probable que
la expedición de Hannón arribara a algunas de las Islas Canarias, y posteriormente
establecieran asentamientos en las islas de Esero (Hierro) Tamarant (Gran
Canarias) y Chinech (Tenerife) juzgar por los abundantes indicios arqueológicos
de adscripción feno-punica que se han descubierto en las islas, especialmente
grabados rupestres y símbolos representativos de la Diosa Tanit , Diosa Suprema de Cartago.
Siglo V a.n.e. Según el historiador griego Herodoto (nacido en 484 a .n.e.), una expedición fenicia auspiciada por el faraón Necao II
(proclamado rey en 610 a .n.e.)
circunnavegó el continente africano por primera vez. El faraón quería buscar un
paso hacia occidente desde el mar rojo. Tras fracasar en el intento de
construir un canal que uniese el mar Rojo con el Mediterráneo a través del
Nilo, decidió buscar un paso hacia occidente por el Sur. Cuenta Heródoto que
varias naves fenicias circunnavegaron el continente africano, denominado
entonces Libia, en una expedición penosa que efectuó largas paradas para
conseguir provisiones, y que tardó dos años en llegar a las columnas de
Hércules (estrecho de Gibraltar)). En las Islas Canarias existen indicios
arqueológicos y culturales de indudable ascendencia egipcia, (ritos funerarios,
trepanación, pinturas etc.
Siglo V
a.d.n.e. Las islas Canarias fueron frecuentadas
por pueblos marineros desde la más remota antigüedad. Creemos que existen
suficientes vestigios materiales para así afirmarlo, si bien hasta la fecha no
se han prospectado yacimientos submarinos que hayan aportado pecios de origen
feno-púnicos, y romanos, sí existen evidencias de la existencia de los mismos
en las islas de Benahuare (La Palma ) y Erbania
(Fuerteventura) e incluso en la costa norte (Icoden) de la isla de Chinech
(Tenerife). La esperanza de encontrar pecios de naves hundidas desde el siglo
V. a.d.n.e. es escasa ya que de haberse producido algunos naufragios durante
las expediciones, la turbulencia del Océano Atlántico que rodea nuestras islas
y a las fuertes corrientes que por ellas pasan. No obstante, la recuperación
por parte de equipos de arqueología submarina de ánforas de origen fenicio y
romano datadas entre los siglos V y III a.d.e.a., atestiguan la navegación de
los pueblos mencionados por nuestras aguas, especialmente de los cartagineses,
quienes se aprovechaban de la abundancia de túnidos y otras especies con las
que elaboraban una pasta denominada garum, que venía a ser el caviar de la
época, así como la obtención del tinte
de la púrpura proporcionado por un molusco abundante en nuestras costas.
Igualmente existen vestigios de posibles factorías fenicias en Titoreygatra
(Lanzarote) y Chinech (Tenerife) (Punta La Rasca ), además de abundantes restos de ánforas de tipología feno-púnica
encontradas en yacimientos situados en el interior las islas, las cuales han sido estudiadas por
eminentes especialistas en la materia entre ellos la Dra. María C. del Arco Aguilar.
Plinio
menciona una expedición realizada entre el año 25 antes de Cristo y el 23
después de la era, cuando en la Mauretania reinaba Juba II,
coetáneo de Octavio Augusto, y en cuya época ya se conocían las islas y qué
había de valor en ellas.
S. I, a. n.e. La
Eneida de Virgilio, narra Eneas y la Sibila , “...Llegaron a los lugares alegres y vergeles apacibles de los
bosques afortunados, a las islas de los bienaventurados, mansión de las almas
dichosas. Su cielo es más puro y esplendoroso que el nuestro”.
S. I, a. n.e. Diodoro Sículo sitúa en, las islas Atlánticas y Afortunadas, el
jardín de las Hespérides que, entre toda clase de frutos maravillosos, producía
las manzanas de oro.
Siglo
I, a.n.e. Pilotos de Gades relatan sus viajes a las Islas Canarias que
sirvieron de referencia al general romano rebelde Sartorio quien quiso
habitarlas personalmente por su reconocida fertilidad (Plutarco o Salustio) e
identificados como islas afortunadas (de los afortunados) o Campos Elíseos por
ser tierra de buen clima, excelente fertilidad y por tanto de felicidad. La
expedición se frustró por el asesinato de Sartorio.
Siglo I, a.n.e. Descripción del geógrafo griego Estrabón (63-21-) de las Islas Afortunadas (Islas
Canarias) en su referencia al intento de circunnavegar África, utilizando la
ayuda técnica, material y personal de los gaditanos, que navegaba
tranquilamente por el Atlántico en ambas direcciones (Estrabón II 3-4 y III
5-11) cuyas condiciones mineras son alabadas por el mismo geógrafo.
Siglo I, a.n.e. Plinio el Viejo [79]. Cayo Plinio Cecilio Segundo, nos ofrece la descripción física de
unas islas, llamadas Afortunadas (Islas Canarias), con la siguiente
nomenclatura: Junonia [Benahuare] La Palma ? Pluvialia
[Ecero] El Hierro? Pluvialia [Titoreygatra] Lanzarote? Capraria Gomera] La Gomera ? Invallis [Chinet]
Tenerife? Planasia [Tamarant] Gran Canaria?
Siglo I, a.n.e. Gayo Salustio Crispo (86-35) era de origen sabino, nacido en
Amiterno. Fue, como Cicerón, un homo novus, que hubo de hacer carrera en
Roma a costa de un gran esfuerzo personal. En política, se opuso a los optimates,
encabezados por Pompeyo Magno, y desde un principio apoyó al rival de éste,
Julio César, quien llegó a nombrarle gobernador de Numidia. A la muerte de
César ya había amasado una inmensa fortuna, y se retiró de la vida pública para
dedicarse a sus trabajos históricos. En sus escritos hace referencia a las
Islas Canarias.
(Guayre
Adarguma, 2006, en: www. Elguanche,net)
Penetración cristiana en el Archipiélago
Canario
Generalmente las conquistas de unos pueblos
por otros suelen ir precedidas de
penetraciones religiosas que actúan como puntas de lanza. En el caso de
Canarias, la punta de lanza estuvo en manos del cristianismo, esta confesión
judeo-católica puso sus miras en el archipiélago desde tiempos remotos. La Santa Sede erigida en árbitro de los pueblos, vidas y haciendas, secundada por las turbas fanáticas cristianas
europeas, de la edad media decide esclavizar y expoliar el Archipiélago
Canario. Para ello el Papa francés Clemente VI comenzó regalando el país
canario con la misma facilidad con que se concedía una indulgencia. A partir de
esa decisión tomada unilateralmente, comenzaron a desarrollarse un cúmulo de
males para este pueblo, comparables a las siete plagas bíblicas, y los cuales-aunque atemperados por los usos actuales- preveo que van a continuar
durante mucho tiempo.
Impuesto este cristianismo, a sangre y fuego, como sustento ideológico
de la explotación y expoliación colonial esclavista llevada a cabo por los
reinos europeos, en particular Castilla, Aragón y Portugal a partir del siglo
XIV de la era occidental actual, saqueo y masacre que se perpetró, en nombre de
la evangelización y cristianización de estas tierras que habían escapado hasta
entonces a la voracidad europea.
Llegando el cristianismo hasta nosotros de manera tan coercitiva y
violenta, desde hace tantos siglos y desde que uno nace, aunque no quisiéramos
o no fuéramos cristianos, todos conocemos la mayoría de las fábulas cristianas,
en torno al estadio de civilización alcanzado por nuestro pueblo hasta el
momento en que, de manera abrupta, fuera interrumpido este desarrollo con la
llegada de las hordas invasoras europeas a este Archipiélago.
Veamos someramente, el proceso de
cristianización desarrollado por la iglesia católica en la culturización y
posterior sometimiento del pueblo guanche.
El Papa Clemente VI, por su bula de 15 de
noviembre de 1344, invistió a
Luis de la Cerda , nieto de Alfonso el Sabio,
Conde de Talamón, y Almirante de la marina, de Francia, con la corona de
Canarias, con el título de Príncipe de la Fortuna , y le concede los derechos de conquista de las mismas a cambio de
una renta vitalicia de cuatrocientos florines de buen oro a favor del
papado.
Después de la proclamación de Luis de la Cerda como príncipe de las Canarias, éste organizo un fastuoso desfile
triunfal por las calles de Roma, el cual fue desbaratado por una inoportuna y
premonitoria tormenta.
Pretensión ridícula según apunta un autor;
el Papa se creía entonces exclusivamente autorizado para repartir los países
“bárbaros” como se llamaba a los que estaban fuera de la cristiandad, y
pretendía que la herencia de la tierra
estaba reservada por derecho de primogenitura, a la raza europea, que se consideraba como la
decana en el orden de la creación (Sabin Berthelot, 1980:29).
1346,
ya en la Península Ibérica ,
el flamante Príncipe de la Fortuna se presenta
en la corte del rey Don Pedro IV de Aragón, y solicita permiso a este para
efectuar una leva en sus puertos para una armada destinada a la conquista de
las Islas Canarias. Conseguido el permiso de su pariente, el almirante consigue
fletar una armadilla compuesta por tres naves, pero en el transcurso de los
preparativos se ve obligado a desplazarse a Francia, por lo que confía el mando
de la expedición a un Capitán de su confianza. La armada se hizo a la mar y se
sabe que rebasó el estrecho de Gibraltar, perdiéndose a partir de ese punto su
rastro, sin que hasta la fecha se tenga noticias ciertas del fin que tuvo la
misma, aunque hay vestigios históricos que apunta a que esta escuadra o parte
de la misma se dedicó a saltear las costas del continente africano.
En la isla de Mallorca, se crea una cofradía
con el fin de recabar fondos con que enviar un grupo de misioneros a
evangelizar las islas, entre ellos se cuentan los mercaderes (posiblemente
traficantes de esclavos) Juan Doria y Jaime Segarra. (1351) con el beneplácito del Papa Clemente VI. Los
misioneros contaban con la valiosa colaboración de doce neófitos indígenas
Canarios que habían sido victimas anteriormente de expediciones
de razzias piráticas esclavistas, como consecuencia de anteriores
expediciones a la costa de África
y al Archippíelago Canario a la captura de esclavos y ganados, cueros y cuantos
de algún valor podían saquear, se corrió la voz de lo fácil y rentable que era
el saqueo en el noroeste de África. Por ello, reinando en castilla Juan I, hijo
de Enrique II, se conciertan en Cádiz muchos sevillanos y guizpucuanos, los
cuales arman navíos con el propósito de
asaltar y saquear la costa del continente, por 1377 la flota se hace a la mar, durante la travesía fueron
sorprendidos por un fuerte temporal que les empujó hacía el suroeste, haciéndoles arribar a la
costa de la isla Lanzarote donde después de un corto reconocimiento decidieron
saquear la isla, a pesar de la débil resistencia ofrecida por los isleños,
consiguieron hacerse con gran cantidad de ganados, cueros, manteca, así como un
número considerable de mujeres y niños, regresando a España con el cuantioso
botín. La riqueza del botín obtenido, incitó la codicia de los aventureros sin
escrúpulos, segundones y a algún noble habidos de obtener riquezas rápidas
aunque fuesen a costa de la esclavitud de otros seres humanos.
Así, sobre 1380 o 1381, una
escuadra compuesta de vizcaínos y guizpocuanos, asaltan Titoreygatra
(Lanzarote,) robando cuanto encontraron a su paso, siendo lo más importante del
botín los esclavos apresados, entre ellos a los régulos de la isla.
Conforme los españoles fueron teniendo
noticias más precisas sobre la situación de las Islas, aumentaron la frecuencia
de las incursiones en busca de ganado humano, no librándose de esta lacra las
islas occidentales, estando registrada cabalgadas en las Islas de la Gomera , Chinech (Tenerife,) Benahuare (La Palma ) y Tamarant (Gran Canaria.)
En fecha no precisada pero quizás a partir
de 1377, se produce un
desembarco por la playa de Gando en la isla de Tamarant (Gran Canaria) de un
grupo de 18 mallorquines entre los que se encontraban dos frailes agustinos,
éstos se internaron tratando de llevar a cabo un reconocimiento de la isla,
siendo interceptados por un grupo de canarios los cuales les hicieron frente,
presenciada la escaramuza desde el navío, los aventureros que quedaron a bordo
optaron por levar anclas y abandonar a sus compañeros a su suerte, reducidos
éstos por los canarios, fueron tratados con la humanidad propia en los
guanches, alimentándolos y curándoles las heridas habidas en la reyerta.
Repartidos entre varios cantones de la isla,
muchos de estos mallorquines convivieron con los canarios durante unos cuarenta
años, hasta que con la habitual arrogancia propia en los europeos éstos no sólo
trataron de imponer su eurocentrismo a los canarios, sino que además comenzaron
a relajar sus costumbres adoptando incluso actitudes libidinosas lo que motivó que comenzara a debilitarse la
convivencia, y como consecuencia de este estado de cosas los isleños decidieron
ejecutar a 13 de los invasores, entre ellos a los dos frailes que fueron
arrojados al vacío en la cima de Jinámar
El primer contacto de cristianos con los
guanches de la isla de Chinech (Tenerife) que tenemos documentado, nos lo
proporciona D. Tomás Marín de Cubas, quien nos dice que en el año 1347 desembarcan en Adeje
posiblemente por el puerto de Los Cristianos, un grupo de aragoneses quienes
trataron de entablar paces previas a la
ocupación de hecho de la isla. Avisado el Rey de la isla que en aquella fecha
lo era Betzenuriga, de la presencia de los extranjeros, se aproxima a los
mismos acompañado de varios capitanes y sus correspondientes Tabores.
Betzenuriga escuchó con paciencia las insolentes propuesta del Capitán de los
aragoneses que le culminaba a que
dejasen de ser idolatras y aceptase el cristianismo como única religión
verdadera. Ante tan insolente propuesta, Betzenuriga le respondió que ellos ya
tenían un Dios llamado Jucancha, y que no admitía tener paces con los
extranjeros, invitándoles a abandonar la isla, advirtiéndole de que si volvían
con semejantes propuestas no saldrían vivos.
El instaurador del “Reino de la Fortuna ” Clemente VI, erigió las islas del Atlántico en diócesis misional
por medio de la bula Coelestis rex regum (1351). Preocupándose por su auge
los pontífices Inocencio VI, y Urbano V. La diócesis se erigió en Telde
Gran Canaria, perviviendo por espacio de medio siglo, Se conocen hasta cuatro
Obispos, Bernardo, 1351,
Bartolomé, 1361, Tarín, 1369 y Jaime Olzina, 1392.
En 1393
una escuadra castellana invade la isla de Gran Canaria, aprisionando
gran cantidad de mujeres y niños, sigue rumbo a Lanzarote donde apresan 160
isleños entre ellos al Rey Guanareme y a la Reina Tingua Faya, además de grandes rebaños de cabras, tecinas, cebo y
pieles.
La facilidad con que podían ser saqueadas
las Isla despertó la codicia de muchos aventureros, piratas y corsarios sin
conciencia. En el puerto de La Rochela coinciden
un día del año de 1402 dos
piratas, uno conocido como Jean de Bethencourt y el otro Gadifer de La salle,
ambos eran miembros de la nobleza francesa, pero no sólo estaban arruinados y
con sus estado hipotecados o embargados, sino que estaban desterrados por causa
de una serie crímenes cometidos. El de La Salle tenía surta en el puerto una galera con la que se ganaba la vida
asaltando a otras naves sin importarle la nacionalidad o religión de sus
propietarios. Es posible que ambos corsarios coincidieran en cualquier posada
del puerto, y tras contarse mutuamente sus cuitas entre copa y copa de buen
vino, Bethencourt hizo participe a su colega de sus proyectos de invasión y
saqueo de unas Islas que estaban prácticamente indefensas y donde las presas de
esclavos estaban aseguradas de antemano, seducido el de La Salle por la posibilidad de pingüe beneficios, aceptó unir su galera a
la nave de Bethencourt para culminar el
proyecto.
Ante la
carencia de dinero para contratar marinos expertos y avituallar las naves,
ambos socios deciden recurrir a unos parientes, así Jean de Bethencourt obtiene
de su primo Robin de Bracamonte un préstamo, hipotecándole lo que le quedaba de
sus estados en Normandía.
El primero de mayo de 1402, salen del puerto de La Rochela , durante el inicio de la travesía les afecto una tormenta
dispersándose las naves y perdiéndose el contacto visual entre ellas, al cabo
de unos días la nao de Bethencourt arribó al puerto de Ribadeo donde permaneció
ocho días durante los cuales la tripulación se amotinó negándose a efectuar el
proyectado viaje por el entonces mar tenebroso y reclamado los salarios
atrasados, la llegada de La Salle , que hizo
grandes promesas a los amotinados vino a aquietar los ánimos dela marinería.
Desde Ribadeo pusieron rumbo a la Coruña , allí se
encontraba la
Armada de escocia al frente de la
cual estaba el conde Hely, subastando unos navíos que habían apresado, teniendo
necesidad Bethencourt de un ancora y un lanchón, pujo por los mismos
haciéndolos conducir hasta su barco, subidos estos pertrechos a bordo pero como
Bethencourt no los había pagado en el tiempo fijado, un Capitán de la flota
escocesa se desplazó hasta el buque de Bethencourt para reclamarle el pago del
bote y del ancla a lo que éste se negó sosteniendo una acalorada discusión, el
Capitán escocés se retiró a su navío con intención de regresar con refuerzos
para exigir el pago, en este intervalo, Bethencourt ordenó levar anclas y poner
rumbo a mar abierta, cuando el escocés se dio cuenta de la maniobra inició la
persecución del estafador con una goleta, pero no pudo alcanzar al pirata, que
acto seguido siguió viaje por la costa de Portugal y doblando el Cabo de San
Vicente, tomó puerto en Cádiz. Acomodando a su familia en una posada, mientras
tanto, había llegado a España las reclamaciones de los ingleses, genoveses y
placentinos, quienes acusaban a Bethencourt del asalto y robo de varios navíos
de los cuales había echado a pique tres de ellos. Apresado Bethencourt y confiscado su buque, es conducido preso a
Sevilla donde es formalmente acusado de piratería. Las relaciones de parentesco
con altos funcionarios franceses que estaban al servicio del Rey Don Enrique,
le valió para ser absuelto de sus delitos, vuelto a Cádiz recupero su barco,
pero se encontró sin tripulación, pues esta estaba una ves más amotinada a causa
de las pagas que se les debía, consiguió el pirata algún dinero con el cual
pudo contentar a la tripulación y contratar a un piloto conocedor de las aguas
del Archipiélago Canario, y ante los apuros económicos que le agobiaban decide partir de inmediato hacía las islas
Canarias para una rápida captura de naturales que llevar al mercado de esclavos
de Sevilla.
Así, el 16 de julio parte del puerto de
Cádiz con sólo 50 hombres de tripulación, dos frailes aventureros y un grupo de
mujeres prostitutas bretonas, dejando en Cádiz a su mujer. Después de tres días
de bonanza y cinco de buen viento, dan fondo en puerto Toyenta de la isleta
Grata, (La
Graciosa ) cerca de la de
Titeroygatra (Lanzarote). En su primera entrada no encontraron isleños ni
ganados, por ello entendiendo que los naturales estaban escondidos (como
efectivamente estaban ocultos en la cueva de Los Verdes) en algún lugar
recóndito, enviaron a los interpretes Alonso e Isabel dos esclavos isleños los
cuales Bethencourt había adquirido en Aragón, con el encargo de que comunicara
al Rey de la isla de que venían en paz y querían tratar con ellos, los
confiados naturales cuando acudieron a la cita con el pirata fueron apresados y
encadenados.
Los normandos construyeron un fuerte, y
después de una larga serie de hechos (que no entramos a relatar pues se salen
del espacio de este modesto trabajo) y en los que afloró lo más ruin de aquella
horda de bárbaros asesinos y aventureros normandos y castellanos, quienes
cometieron las más atroces traiciones, crueldades, y viles asesinatos en los
desgraciados naturales, consiguiendo con estos inhumanos métodos someter las
Islas de Lanazarote, Fuerteventura, llegando incluso a hacer alguna incursión
en las islas de Gran Canaria y La Palma , donde fueron
escarmentados y rechazados.
A partir de
1404, Benedixto XIII, por la bula Apostolatus officium, elevó las
operaciones militares de conquista al rango de cruzada, pero esto no evitó
que las islas continuasen siendo
asaltadas por los depredadores esclavistas.
La diócesis del Rubicón se estableció en
1404, el primer convento minorista en 1414.
La mayor parte de los naturales de las islas
orientales estaban cristianizados hacía 1423
(en Tityeroygatra (Lanazarote,) y Erbania (Fuerteventura) sometidos a la
jurisdicción del provincial de Castilla, quien debía de confirmar a los
vicarios después de ser electos misioneros, El Pontífice Benedicto XIII da
testimonio de ello por medio de la bula Illius celestis agricole, 20 de
noviembre de 1424.
El más grave obstáculo con que tropezaba la
evangelización era la pervivencia de la esclavitud del infiel, defendida por un
grupo compacto de doctrinarios católicos (Egidio Romano y Enrique de Sousa a la
cabeza) y combatida por una minoría de penetrantes teólogos (Inocencio IV,
Santo Tomás y Agustín de Ancona.) La
curia pontificia va a adoptar en 1434
una postura intermedia que, para el momento, supone un decidido progreso, pero
que dejaba una puerta abierta, por la que los esclavistas podían vender a lo
naturales simplemente acusándolos de infieles, entramado éste en el que
participaron algunos eclesiásticos que no hacían asco al oro viniese de donde
viniese.
El cambio anterior se operó gracias a los
informes enviados a la corte pontificia sobre las verdaderas circunstancias de
los naturales canarios con el apoyo del Obispo del Rubicón, Fernando Calvetos,
y por el testimonio directo del misionero fray Juan de Baeza, minorista, y un
lego Guanche, Juan Alfonso Idubaren. Eugenio IV, proclamó la libertad de los
isleños canarios, pero que, los
“mercaderes piratas” jamás respetaron.
Las violencias cometidas por piratas
cristianos con los canarios, fue execrada por la bula Regimini gregis de
fecha 29 de septiembre de 1434. Pero
como en casos anteriores no pasó de ser papel mojado en manos de los
gobernantes, parte del clero católico y piratas disfrazados de mercaderes
europeos.
En cuanto al núcleo misional de Tenerife,
radicado en el sur de la isla, más concretamente en Candelaria (Menceyato de
Gúímar) contó desde un principio con poderosos valedores que contribuyeron a
dar al mismo inusitado auge, ante la posibilidad de someter a la isla más
importante y más poblada del Archipiélago, mediante la penetración evangélica,
tarea harto fácil debido a la elevada espiritualidad religiosidad del pueblo
guanche. Así, los invasores mediante esta labor de zapa consiguieron unir a su
causa los menceyatos de Naga, Güímar, Abona,
Adeje y Daute.
El ministro general de la orden franciscana
fray Jaime de Zarzuela (elegido el 20 de
mayo de 1458) acogió bajo
su dirección el eremitario de Tenerife, sometiéndolo a directa
jurisdicción. El principal apóstol de esta misión fue fray Alfonso de
Bolaños, quién había conseguido
catequizar buen número de “infieles”
güimareros. Sabemos por expresa declaración pontificia que el núcleo
tinerfeño lo componían tres misioneros, y hasta es dable identificar a otro de
ellos, fray Masedo. Acaso fuese el tercero fray Diego de Balmanua. De los tres
hay constancia de que vivieron entre los guanches y que predicaban en la lengua
de éstos. (Bula decet apostolicam sedem (1462). Bullarium, tomo II, núm. 978, página 512).
El segundo impulsor del eremitario de
Tenerife fue el obispo de Rubicón Don Diego López de Illesca, a quien es
sobradamente conocido en los relatos de la conquista. Éste patrocinio se
extendió a fray Alfonso de Bolaños, como
cabeza visible del núcleo tinerfeño. Dicho prelado se erigió en defensor del
misionero contra las tropelías del vicario de Canarias fray Rodrigo de Utrera,
acudiendo con sus quejas, en 1461,
ante la propia corte pontificia. Conocemos estos incidentes por la bula Decet
apostolican sedem, 1462 del
Papa Pío II.
Para que los recursos económicos no
faltasen, Pío II, por la bula Pastor bunus (7 de octube de 1462) concedió una amplia indulgencia en beneficio
de los cooperadores en las obras misionales y fulmina de nuevo con la
excomunión contra los piratas que salteasen y vendiesen a los naturales
guanches, si no les restituían inmediatamente la libertad, disposición que como
las anteriores dictadas con igual fin cayeron en saco roto.
Una bula posterior del Papa Paulo II, la Docet romanorum pontifecen (1465), nos informa
de manera indirecta que por esta data fray Alfonso de Bolaños ejercía autoridad
como vicario sobre Guinea, las islas del mar Océano y algunas de las Islas
Canarias. (A. Rumeu de Armas, 1975)
En 1465
Diego García de Herrera, verdugo y señor de las islas Canarias, se quejó del
comportamiento de Bolaños en carta que dirigió al Papa Paulo II, y que según
Herrera, fray Alonso de Bolaños abusaba de sus privilegios, proponiendo
sustituirle por fray Diego de Balmanua, misionero que conocía la lengua de los
isleños...
A esta etapa tan intensa de la acción de
penetración católica aluden con reiteración los testigos de la famosa
Información de Cabitos. (1477) El propio tirano señor de las
Canarias Diego García de Herrera confiesa, por la pluma de su procurador, lo
que sigue: “el obispo de las dichas islas ha estado en las dichas islas e
sus clérigos; e en la dicha isla de Tenerife han entrado azas veces frayles e
tienen su iglesia e hay en ella asaz gente bautizada”. El testimonio merece
ser realzado por la calidad histórica del personaje y la concreción de los
detalles.
Es posible que la iglesia a que hace
referencia Diego García de Herrera fuese la cueva de Achbibinico o de San Blas,
que después de la conquista europea albergó
la primera parroquia católica con que contó el Valle de Güímar. En
varios documentos del protocolo del escribano Sancho de Urtarte, se hace
mención expresa de la cueva-parroquia de San Blas.
En el testamento otorgado en el Valle de
Güímar por Luis Alonso, natural (guanche) de Tenerife, dispone una manda “a
la cofradía del Stmo. Sacramento de la iglesia parroquial de San Blas, en el
pueblo de Candelaria, media dobla para aumento de la cera.” Además dispone
que, “por el vicario, frailes, y convento de Ntra. Sra. de Candelaria, que
sobre la tumba de su padre Pedro Alonso y la suya, se le diga una misa
cantada de cuerpo presente y otra misa
rezada de réquiem, ofrendado de una fanega
de trigo, un carnero y un cántaro de vino” Sábado 18 de julio de 1579. Fol. 1.126
vº.
Al igual que Pío II, Sixto IV se apresuró a
expedir la bula Pastoris aeterni, 29 de junio de 1472, fiel trasunto de las inquietudes misionales.
El pontífice minorista se declara entusiasta
y ardoroso campeón de la conversión de los naturales guanches y continentales,
depositando toda su confianza en fray Alfonso de Bolaños para el desempeño de tan
importante misión. Con este objeto erigía la nunciatura de Guinea,
designando nuncio y comisario a fray Alfonso de Bolaños. Quedaban bajo su
inmediata dependencia espiritual la isla de Tenerife, los territorios de África
y Guinea y las islas del mar Océano. Con lo que tenemos que, Tenerife, contó
con Nunciatura Apostólica siglos antes de contar con obispado propio.
Sixto IV, haciendo caso omiso de la soberanía portuguesa y de la
jurisdicción espiritual otorgada a la orden de cristo por su predecesor Calixto
III, (dicho pontífice había concedido jurisdicción espiritual sobre el
continente africano a dicha Orden por la bula Inter Caetera, de 13 de
mayo de 1456.)
La conquista espiritual se refiere al
proceso de cristianización de la población guanche desde el siglo XV mediante
la evangelización o enseñanza a sangre y fuego de la religión católica. Los
encargados de llevar a cabo esta labor, como hemos visto fueron los misioneros
de distintas órdenes religiosas (franciscanos, dominicos, agustinos,) los
cuales acompañaron a los conquistadores desde las primeras incursiones cortando
más cabezas de guanches que los propios mercenarios. Además de cristianizar a
los guanches, los misioneros le trasmitían la cultura occidental, es decir, las
costumbres, lenguaje y forma de trabajos esclavizado europeas.
En la isla Chinech (Tenerife,) como también esta contrastado en la isla Tamarant (Gran Canaria,) así como en Benahuare (
De los documentos existentes podemos
comprobar que esta convivencia era integradora en cuanto a la población de notables
guanches que había quedado en el bando de paz, con cesión de tierras y aguas para dedicarlas al cultivo
y pastoreo. Los guanches alzados, al no tener prerrogativas, y al no
considerarse realmente sujetos a ningún orden social establecido por los invasores,
acudían a los núcleos menos vigilados y se hacían con provisiones de alimentos
como trigos, cebada, ganados, etc., como medio de recuperación de lo que habían
sido despojados, así como para hostigar a los invasores. Lo cual provocaba
cierto revuelo, ya que era difícil determinar donde se encontraban estos
alzados, ya que eran en la mayor parte de las veces encubiertos por los propios
naturales de la isla; por la similitud de rasgos no resultaba fácil averiguar
quien era de paz y quien alzado, lo cual ocurría más en las zonas de montañas y
en las bandas de Chasna.
Durante siglos la historia de las Islas
Canarias ha tenido una premisa que se fue repitiendo de generación en
generación: “La raza aborigen que habitaba en las Islas se exterminó”. Esta
base llegó hasta el siglo XX, cuando en sus comienzos un grupo de
investigadores vinculados a la Universidad de
España en Canarias trataron de mostrar lo equivocado del planteamiento; pero
las líneas de estudio quedaron suspensas durante más de cuarenta años. Aún hoy
en algunos círculos se escucha que la etnia guanche pertenece más a la leyenda
que a la realidad, que es un mito su supervivencia, cuando la realidad es que
es un mito la teoría del supuesto exterminio.
Toda sociedad originaria, tiene, o necesita
tener, en sus miembros un afianzado sentido de "pertenencia" para
funcionar. En realidad, podría extenderse este concepto a todo grupo humano,
antiguo o moderno. Esto es, porque si bien casi ha desaparecido en el hombre
occidental cualquier interés o identificación por sus raíces, lo que a primera
vista parece un progreso, es en sí una desnaturalización. ¿Por qué tal
afirmación? Pues, porque el deseo de pertenencia no se desvaneció como
consecuencia de un hipotético paso hacia un estadio evolutivo superior, sino
que se ha "transmutado" en "totems" más frívolos,
perecederos e intrascendentes.
La "filiación" con una etnia, una cultura o un
sistema de creencias, se reemplazó por una divisa deportiva, la asociación a un
club exclusivo o, en casos peores (sobre todo en los jóvenes), por la
"pertenencia" a una banda callejera.
Esto nos muestra que, tales tendencias, son
propias de la condición humana y no varían con la evolución social en su
trasfondo, solo que lo hacen en su contexto y apariencia.
Por otra parte, el colonizador impone sus
estrategias desde el poder y descubre en
los colonizados, un comportamiento mimético, híbrido y ambivalente, donde el
colonizador participa junto con ellos, en una operación mimicrética (donde el
colonizado remeda e imita), de camuflaje, un comportamiento ambivalente del
colonizado (entre el remedo y la esperanza de ser como ellos) y la del
colonizador (entre el miedo de perder autoridad ante la imitación y el deseo de
ver su “grandeza” desde los ojos del vencido).
El multiculturalismo nos lo presentan como
una idea fuerza para preservar la diversidad y la pluralidad del mundo bajo los
principios de igualdad, tolerancia y democracia cuando en realidad lo que
produce es algo totalmente distinto. Viene como caballo de Troya del
imperialismo a quebrar la comunidad nacional en múltiples tribus urbanas o
rurales (Maffesoli dixit) que ya no serán contenidas por la pertenencia a la
nación sino sólo por el dios monoteísta del Mercado Global.
Así extraña a los pueblos de sus propias
raíces pues entiende la identidad como la de todos por igual y la tolerancia no
para evitar un mal mayor sino como “la demorada negación del otro” a través de
la retórica del consenso (habla, habla que yo ya tomé la decisión) y la democracia
como respeto al procedimiento jurídico político colonial y no como poder del
pueblo colonizado.
La colonización política y económica se
articula con la colonización mental. En realidad la colonización mental es un
pedestal necesario para consolidar las formas de colonización. En este tipo de
colonización la violencia física y psicológica hace que el colonizado se niegue
a sí mismo y hasta se deteste profundamente. El colonizado refuerza esta
situación al admitir como superior el modo de ser, la técnica, la cultura del
colonizador. Así admite la dominación del ajeno. Cuando el colonizado se ha
devaluado a sí mismo, duda de su propia potencia y de que su pueblo pueda ser
digno de gobernarse a sí mismo, (P. Potugal, 2006).
El colonialismo pedagógico consiste en
transferir un sistema educativo a otro, sin tomar en cuenta el contexto y la
cultura. Es una educación descontextualizada, aculturante y alienadora.
El colonialismo pedagógico forma una
mentalidad de pobres en un país con mucha riqueza o muchos recursos naturales y
lo único que enseña, es estirar la mano
y mendigar (Barral, 2006).
En la Nación Canaria se ha impuesto una educación colonial, dogmática, clerical,
repetitiva, separado del trabajo productivo, de la cultura, de la lengua ancestral,
de la realidad social y cultural, un colonialismo con un ropaje democrático.
Por lo tanto, la educación es colonizadora y elitista.
Dentro de este contexto los medios de
comunicación al servicio del Estado colonial y la globalización desempeñan un
papel fundamental en difundir un discurso populista y totalitario anti-canario
para crear una base de apoyo que acepta y aplaude cuando el Estado colonial
quita a los canarios los más elementales derechos democráticos, humanos y
ciudadanos. Esta campaña de calumnias trata de atribuir al movimiento de
liberación canario unas características de “nacionalismo particularista”,
“racismo” y hasta “fascismo” Finalmente las movilizaciones populistas
impulsadas por el Estado colonial confirman una realidad tergiversada en que
las victimas de la política represiva y anti democrática se vuelven los
culpables y el Estado totalitario sale como el defensor de la libertad.
En un proceso de descolonización, de
revolución cultural y educativa, entendemos la necesidad y urgencia de cada
persona, grupo humano, barrio, pueblo, ciudad, isla, es decir, de la Nación Canaria , de buscar ubicación histórica, social y cultural de su identidad
con pleno sentido de su unidad nacional, integridad político-territorial,
sentido de la soberanía nacional, y vocación intercultural de integración
continental en el marco de la universalidad actual, promoviendo la cultura
propia y la educación propia como base del intercambio cultural para gestar un
nuevo estado de relaciones en el concierto de la naciones libres del mundo.
Superando los intentos
colonialistas externo o interno de “civilización” unilateral.
Por todo lo expuesto hasta aquí es evidente
que Canarias necesita con urgencia una
verdadera revolución cultural, nos va en ello nuestra supervivencia como
pueblo. Es necesario que tomemos en nuestras manos la dirección real y efectiva
de las universidades de España en Canarias, los Institutos de enseñazas medias,
los colegios de enseñanza primaria, así como de los organismos y sociedades
culturales dependientes, los cuales pagamos todos los canarios con nuestros
impuestos, pero vergonzosamente, la dirección de estos centros y el contenido
de la enseñanza y pautas culturales a impartir nos son impuesta desde la
metrópoli.
También debemos influir en los medios de
comunicación social dependientes que son casi todos los establecidos en nuestro
país. Así mismo, presionar para que los intelectuales criollos y políticos al
servicio del sistema colonial hagan un ejercicio de contrición, abandonen su endofobia y dediquen
sus esfuerzos a favor del pueblo canario que es el que realmente les sustenta y, no continúen
deslumbrados por el brillo dorado que les muestran desde Europa, pues esos
destellos que confunden con oro son producidos por cuentas de vidrio…
Capitulo II
La
invasión católica de las islas “realengas”
Es probable que algún conmatriota (compatriota)
pueda sentirse molesto por el contenido de algunos aspectos de este libro, de
antemano mis disculpas, puedo asegurarles que no me guía ningún sentimiento de
animadversión hacía los fieles católicos practicantes de buena fe, por el
contrario, cuentan con mi consideración y profundo respeto, pero determinado
hechos históricos y sus nefastas consecuencia para nuestro pueblo fueron
promovidos por el clero católico de la época y, por tanto, forman parte de
nuestra Historia colonial, puedo asegurarles que por razones de espacio
solamente toco una mínima parte de la documentación consultada, existen
testimonios que pondrían los “pelos de punta” a cualquier persona con un mínimo
de sensibilidad, quizás en otra oportunidad trataré de ellos.
Estimado lector, al estar leyendo estas líneas
demuestras que el tema tratado merece tu atención, posiblemente ostentes
nombres y apellidos españoles y ello te induzca a pensar que desciende de los
mismos, craso error, puedo asegurarte que tienes el noventa por ciento de
posibilidades de descender de guanches y no de españoles o portugueses como con
tanto ahínco se empeñan en hacérnoslo creer los estamentos dominantes, te
recomiendo que eches un vistazo a la lista de nombres católicos recogidos en
los capitulos correspndientes, quizás en algunos de ellos encontrarás rasgos
comunes con tu familia.
Cuando comenzó la
denominada Guerra de Canaria declarada unilateralmente por el reino de
Castilla, para invadir y conquistar las islas de Tamarant (Gran
Canaria,) Benahuare (La Palma ,) y Chinech
(Tenerife,) por iniciativa de los nefastos Reyes Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón (1478-1496.) Necesitados de fondos para su guerra, los
denominados Reyes Católicos solicitaron bula de indulgencias, para la
conversión de Guinea y unas Canarias, donde a tales alturas, no debía quedar
bicho viviente sin bautismo católico, consiguen el patrocinio de del Papa Sixto
IV, quien por breve de 8 de abril de 1478 concede indulgencias para la
conversión es decir, para la invasión conquista y esclavización de las islas
que aún no habían sido sometidas. Estas bulas eran de adquisición obligada en
los reinos de Aragón, Navarra, Castilla y Portugal.
Es decir, el cristianismo
ha sido una forma de control social en diferentes sociedades y diferentes
etapas de la historia: ha controlado la economía, comportamiento social, etc. a
lo largo de la historia. En la Edad Media , por
ejemplo, la iglesia católica feudal controlaba a los campesinos: sometiéndolos
a la renta (el diezmo, etc.), dictando la forma de vivir (edad de casamiento,
natalidad, etc.) e incluso la muerte estaba controlada (testamento: por el cual
obtenían ingresos económicos cuantiosos, lugar de enterramiento, etc.). Pero
incluso después de la época medieval, encontraremos la iglesia católica
vinculada al poder, un ejemplo lacerante de ello lo podemos encontrar en la Historia colonial del Archipiélago Canario.
El 13 de mayo de 1478, en Sevilla (f.106), se confirma, a petición del
secretario y cronista real Alonso de Palencia, de la capitulación asentada por
éste, en nombre de Su Alteza, con don Juan de Frías, obispo de Rubicón, y con
los capitanes .don Juan Bermúdez, deán de las islas de Canaria, y Juan Rejón,
criado de la reina, sobre la armada para la conquista de Gran Canaria y otras
islas pobladas de infieles. En dicha capitulación, Sevilla 20 de abril 1478, se
concede al obispo la orchilla de las islas mientras dure la conquista y los
reyes se obligan a aportar 20 lanzas de la Hermandad. La Reina. Ávila. Reg; Diego Sánchez. (E. Aznar Vallejo. 1981)
El 24 de junio de 1478 la
flota invasora recala en Las Isletas, bajo el mando nominal de Juan Rejón, siendo
los verdaderos jefes y coordinadores de la invasión el Obispo de Rubicón Juan
de Frías y el Deán Juan Bermúdez, estos fueron los encargados de la
coordinación de la operación, el gobierno de la parte de la isla ocupada por
los europeos estaba a cargo del Obispo Juan de Frías, siendo el capitán
responsable de la invasión y conquista Juan Bermúdez, y Juan Rejón, criado de
la reina Isabel, como capitán ejecutivo de las tropas, mercenarias.
Celoso el Obispo Juan de Fría de los diezmos
pertenecientes a su mitra no estaba dispuesto a que otros esclavistas mermaran
el censo de sus diezmeros, por ello denuncia ante el Consejo de Castilla a los
depredadores no autorizados, obteniendo sentencia a su favor con fecha 6 de
febrero de 1478: “Sevilla (f.119). Orden a las justicias de Sevilla e islas de
Canaria y La
Gomera , para que ejecuten la
sentencia pronunciada por los drs. Andrés de Villalón y Nuño Ramírez de Zamora,
oidores de la
Audiencia y miembros del Consejo,
en el pleito habido entre don Juan de Frías, obispo de Rubicón y de las islas
de Canaria, y los capitanes de carabelas Alfonso Gutiérrez, Juan Martínez
Nieto, Diego Gil, Alonso Yanes Nainas, Juan de Triana y Juan Martínez de las
Monjas, vecinos de las villas de Palos y Moguer, por la que condenaron a éstos
apagar las costas y a poner en libertad a los 99 canarios que habían traído de La Gomera , cuyos nombres se relacionan. Dicho pleito tuvo su origen en la
petición presentada por el obispo en favor de la libertad de dichos gomeros, en
la que alegó que éstos eran cristianos, recibían los sacramentos y pagaban el
diezmo de sus cosechas y ganados, y en su posterior comisión a los citados
jueces, por carta de 18 de octubre 1447 que va insertada, a pesar de que la
otra parte adujese que el obispo no era parte para hacer tal demanda.
Andrés. Nunius. Villarreal. Reg: Diego Sánchez.” (E. Aznar Vallejo. 1981)
Este grupo de
naturales de Gomera que debían ser
devueltos a su isla, el Obispo estimó
más práctico emplearlos en la invasión y conquista de Tamaránt. Pero la acción
de conquista tuvo escasos resultados debido entre otras cuestiones a las
diferencias entre los capitanes invasores y a la escasez de recursos. En este
intento, tanto el obispo Frías como el deán Bermúdez cortaron más cabezas de
guanches que las tropas de Rejón.
El Papa Sixto IV, por la bula Varíís quamvís
dístractí curís, de Roma a 22 de noviembre de 1480, anula la bula de
indulgencias debido a las depredaciones y abusos cometidos, y retira de la
jurisdicción del nuncio apostólico de Canarias, a Fray Andrés Zumis, de la
secta católica de los franciscanos establecidos en Canarias, pasándolos a la
del vicario general de las mismas, Fray Alonso de Zamora. 1480. Fray Alonso de
Zamora, (O.F.M.), parece que fue nombrado este año “nuncio y comisario
apostólico” de Guinea, pues figura cómo tal el 20 de diciembre de 1480. Parece
asimismo que poco después fue suprimida la nunciatura (¿En 1487,
a la vez que la vicaría general?). El nombramiento de nuncios para
Guinea y Canarias nos indica que por aquellas fechas, el Vaticano consideraba a
las Islas Canarias como un reino africano por someter, pero no como una colonia
de las coronas de Castilla y Aragón.
A partir de ese momento el clero invasor de la iglesia católica
que ya llevaba 85 años establecida en las islas orientales y en la Gomera decidió abandonar la política pretendidamente evangelizadora que
habían venido propugnando y tomó la vía de la agresión armada como medio de
sometimiento imponiendo la cruz mediante la espada y la pólvora, la intolerancia, especialmente
religiosa se manifiesta en las relaciones de dominación, en la creencia de la
superioridad de los invasores sobre la supuesta inferioridad guanche. La
supuesta superioridad europea ha sido un pretexto para encubrir la más perversa
injusticia, mellando nuestra condición de seres humanos, saqueando nuestros
recursos, induciéndonos al abandono de nuestra forma de ser y de pensar,
provocando el auto odio. Otro componente del colonialismo católico es la
endofobia, que consiste
en el odio, la repugnancia o la hostilidad hacia el mago (el otro guanche).
La aparente defensa del
clero católico de los naturales, en el fondo no era otra cosa que una
confrontación de intereses, pues los bautizados pasaban ser siervos de la
iglesia, obligados a pagar el diezmo de sus cosechas y ganados, además de las
tarifas impuestas en los consuelos religiosos, bautismos, bodas, entierros etc.
Por este motivo la iglesia católica se oponía a la esclavización de los
naturales de los bandos de paces argumentado que eran cristianos y por tanto no
debían ser esclavizados, pero si participaba de la esclavización de los de los
bandos de guerra aunque estos estuviesen bautizados.
El mantenimiento de la esclavitud era ciertamente gravoso para los
invasores, pues les obligaba a mantener destacamentos armados para controlar a
los sometidos, así como mantener normas crueles que aplicaban a los guanches
que escapaban y eran capturados los cuales eran azotados hasta la muerte como
ejemplo para los demás aunque estos asesinatos tolerados suponían una perdida
económica para el invasor esclavista, los aplicaban con objeto de mantener el
orden impuesto.
La solución como siempre
que se trata de mantener oprimido a los pueblos surge de la mano de la iglesia
católica, esta prometía la no esclavización de nuestros ancestros guanches que
no habían tomado las armas contra los invasores en defensa de la matria
(patria) siempre que asumieran el cristianismos, a los que se habían defendido,
no sólo eran considerados esclavos de buena guerra según la terminología de la
época, sino que la propia iglesia católica los esclavizada y comercializaba,
muchos templos católicos en nuestras islas fueron construidos con el producto
de la venta de nuestros antepasados.
Mantener esclavizado a un
pueblo recién dominado mediante la fuerza armada es relativamente fácil, pero mantener la
esclavitud por este medio durante las generaciones siguientes es ciertamente
complicado y costoso, por ello es aquí donde entra la religión como forma mas
barata y perenne de continuar manteniendo esclavizado a un país, al inducir en
el sometido que esa es la voluntad del nuevo Dios. Así la iglesia católica se
convierte en la verdadera garante de la continuidad de la esclavitud.
Así el clero católico dirigió
todos sus esfuerzos catequizadores a inducir en la mente de los neófitos
sometidos la aceptación resignada del estado de sometimiento como designio de Dios y, por consiguiente, el
revelarse contra su situación de esclavitud seria oponerse a la voluntad divina
con lo cual con toda seguridad sus almas estarían por toda una eternidad
condenadas achicharrándose en las calderas de aceite hirviendo de Pedro Botero
en el infierno, esta prédica caló en la mente de los sometidos debido a la profunda espiritualidad
innata del pueblo guanche y sus creencias ciertas de que después de la muerte
el espíritu libre viaja al Seno de Majek, así tenemos que en la generación
siguiente los esclavos no ofrecían resistencia a su condición de tal
aceptándola como un mandato divino, además había un Cristo para los esclavos y
otro para los hombres ricos y libres.
En la isla
Chinech (Tenerife) como también esta contrastado en la isla Tamarant (Gran Canaria,) así como en
Benahuare (La
Palma ) se produjo un hecho
incuestionable: que una vez invadidas conquistada las islas seguían viviendo en
las mismas junto con los castellanos invasores y colonos los guanches, awuaras
y canarii y, en menor medida gomeros. De
los documentos existentes podemos comprobar que en Chinech esta convivencia era
integradora en cuanto a la población de menceyes y notables guanches que habían
quedado en el bando de paz, con cesión
de tierras y aguas para dedicarlas al cultivo y pastoreo. Los guanches
alzados, al no tener prerrogativas, y al no considerarse realmente sujetos a
ningún orden social establecido por el colonialismo, acudían a los núcleos
menos vigilados y se hacían con provisiones de alimentos como trigos, cebada,
ganados, etc., como medio de recuperación de lo que habían sido despojados, así
como para hostigar a los invasores. Lo cual provocaba cierto revuelo, ya que
era difícil determinar donde se encontraban estos alzados, ya que eran en la
mayor parte de las veces encubiertos por los propios naturales de la isla; por
la similitud de rasgos no resultaba fácil averiguar quien era de paz y quien
alzado, lo cual ocurría más en las zonas de montañas y especialmente en las
bandas de Chasna.
Durante siglos la Historia de las Islas Canarias ha tenido una premisa propagada por los
colonizadores que se fue repitiendo de generación en generación: “La raza
aborigen que habitaba en las Islas se exterminó”. Esta base llegó hasta el
siglo XX, cuando en sus comienzos un grupo de investigadores vinculados a la Universidad de España en Canarias trataron de mostrar lo equivocado del
planteamiento; pero las líneas de estudio quedaron suspensas durante más de
cuarenta años. Aún hoy en algunos círculos dependientes se escucha que la etnia
guanche pertenece más a la leyenda que a la realidad, que es un mito su
supervivencia, cuando la realidad es que es un mito la teoría del supuesto
exterminio.
No debemos perder de
vista que el término aborigen tiene un carácter peyorativo, discriminatorio,
pues mantiene presente el discurso neocolonial y las relaciones sociales de
dependencia económica, social, política y cultural de los conquistados en
relación con los conquistadores. El término, además, está asociado con seres
que aún no han llegado al estadio de la "civilización" e implica la
infravaloración de la identidad e historia de sociedades a las que se
consideran diferentes e inferiores. (J. Farrujia de la Rosa )
Los
bautismos masivos por el rito católico
Al igual que ayer, la
iglesia es una institución que resguarda los sagrados intereses de la clase colonial.
Es un poder de Estado o arma ideológica de los colonizadores para idiotizar a
los pueblos sometidos hasta saquear el último céntimo de las riquezas de un
país. De ahí que no es de extrañarse que la iglesia haya salido en defensa de
sus "pobres angelitos" capitalistas que destruyen a la sociedad
canaria proliferando toda clase de vicios, no hay que olvidar que sobre
nuestras mentes pesa una programación imperial de mas de 500 años donde la
religión católica ha sido el arma fundamental para la dominación.
Es a partir del siglo XI
que la nobleza europea empieza a acompañar su nombre personal con la fórmula
"de + topónimo" para marcar de alguna manera sus posesiones
territoriales.
Del mismo modo, las
clases populares se valen de una construcción similar a la anterior, en que el
topónimo puede ser menor (Vall, Coma, Vinya) o de la población, zona o país de
procedencia. Además, con el tiempo, el conjunto de lo que después será los
apellidos se enriquece con elementos procedentes de apodos, circunstancias del
nacimiento, fórmulas de buenos augurios, etc.
Es a partir del siglo XIV cuando podemos afirmar que el apellido se fija
a una determinada familia y se transmite, más o menos rígidamente, de padres a
hijos dando lugar a los linajes.
La fijación ortográfica de los apellidos, con muchas matizaciones y muy
sometida a la influencia de las lenguas dominantes en cada momento y lugar, se
consolida a partir del Concilio de Trento (1545-63) que establece la obligación
parroquial de llevar libros de registro sometidos a la revisión y aprobación de
los obispos en las visitas pastorales.
La norma general, al menos entre las clases populares, fue el empleo de
un solo apellido hasta bien entrado el siglo XIX. Algunas veces se añadía a
este apellido algún modificador que ayudara a la distinción entre personas del
mismo nombre y apellido en una determinada sociedad ("mayor", “el
viejo” “el mozo” apodos diversos,
nombres de casa, topónimos de origen o residencia). Hay que decir, que la costumbre de la nobleza de usar el
apellido paterno más que el materno fue imitada en mayor o menor medida por
otras clases sociales.
La regla de sucesión del mismo apellido de padres a hijos no se siguió
siempre de manera estricta, siendo frecuente que uno o varios hijos de un mismo
matrimonio ostenten apellidos diferentes a los de sus padres. (Tomado de:
En 1496 sucede en el
obispado de Canarias Diego de Muros,
natural de la villa de Muros de Noya, en Galicia (España), de la cual tomó el
apellido, siendo deán de Compostela al ser elevado a la dignidad de obispo de
Canarias. Cuando llegó a Wniniwada (Las Palmas) se hallaba ya conquistada la isla
de Chinech (Tenerife,) en cuyo repartimiento de la tierras usurpadas se le
asignaron ciertos terrenos que luego donó a los templos católicos de la Concepción de Eguerew (La Laguna ,) Puerto de
Añazu (Santa Cruz) y Santiago del Realejo.
Su primera diligencia fue
celebrar sínodo en su Catedral, siendo el primero que tenía lugar en la colonia
desde la creación de la diócesis.
Las constituciones
aprobadas dan una idea exacta del estado moral de la colonia en aquella época y
llevan la fecha de 23 de octubre de 1497.
En ellas se manda abrir en cada parroquia libros de bautismos,
expresando en cada asiento el día, mes y año, los nombres del bautizado y los
de sus padres, abuelos y padrinos. Fundado en la poca gente que había en las
islas y en la necesidad de disminuir los impedimentos de parentesco espiritual,
se ordenaba que sólo asistiesen como padrinos una persona de cada sexo.
Es sabido que las
autoridades coloniales españolas no dejaron nada al azar en la lucha que
mantuvieron en esta colonia durante todo los siglos XV y XVI; persiguen toda práctica, toda
costumbre que se aparte de la norma. He tenido ya ocasión de examinar los
esfuerzos desplegados por la Corona para romper
la solidaridad familiar tradicional. En este contexto, el apellido y el
eventual sobrenombre de origen guanche se hallaban amenazados. Pero la
identidad canaria pasa también por el nombre, por lo que los legisladores ven
la necesidad de ocuparse muy especialmente de que éste desaparezca. Su objetivo
es borrar la conciencia diferente del pueblo
canario.
La iglesia católica celosa siempre del control de su rebaño vigilaba escrupulosamente que sus neófitos no portasen
nombres autóctonos, con algunas raras excepciones permitidas a algunos notables
a los cuales en un principio se les toleró su nombre de origen, pero que con el
transcurso del tiempo fue creando mecanismos sociales que obligaban a estos a
renunciar a sus nombres originarios.
“ ... Así somos informados que algunos de los
nuevamente convertidos se llaman nombres y sobrenombres de guanches; mandamos
que de aquí adelante no se lo llamen, y si alguno de ellos tiene agora nombre o
sobrenombre que suene a guanche, lo quite y no se lo llame más y tome otro
nombre de cristiano..."
Pero ni el nombre
cristiano ni el guanche se imponen en circunstancias fortuitas.
La imposición del nombre coincide con la consagración del niño al
dios cristiano.
De ahí que las autoridades civiles y eclesiásticas españolas
tengan imperiosas razones para interesarse por un fenómeno aparentemente poco
importante. Dada la estrecha relación existente entre nombre y bautizo, no cabe
la indecisión o la indulgencia; todo aquel que no tiene nombre cristiano o no
lo utiliza, no es cristiano. Por ello ponen mucha insistencia en que los niños guanches
sean bautizados y que sus padrinos sean cristianos viejos. Una cédula de 20 de
junio de 1511 hace obligatoria esta última disposición, confirmada en repetidas
ocasiones a pesar de las protestas de la comunidad guanche.
¿Cómo lograr que el padrinazgo pasase de ser una obligación a ser una
opción?
¿Cómo conseguir que el acto del bautismo implicase un parentesco
espiritual entre padrino y ahijado, un contrato otorgado por ambas partes? Esto
entrañaba una considerable dificultad que las autoridades coloniales españolas
del siglo XVI se vieron obligadas a afrontar. De ahí que aparecieran textos
normativos sobre el tema de la elección de padrinos y madrinas, textos cuyas
vacilaciones y silencios reflejan la confusión, por no decir la perplejidad, de
los legisladores.
El padrino (o la madrina) debe estar
bautizado, tener uso de razón, tener intención de cumplir su misión, no
pertenecer a ninguna secta herética o cismática ni pesar sobre él una sentencia
de excomunión. Se consideraba que los guanches estaban muy superficialmente
cristianizados -por no decir que no lo estaban en absoluto como para confiar en
ellos. Además, se esperaba que la presencia y el celo de unos padrinos
cristianos viejos impidiesen los ritos que acompañan al nacimiento o los
primeros días de vida del guanche.
Los nombre propios
guanches comienzan a disminuir a partir del 25 de julio de 1496, cuando se
firma el pacto de Los Realejos,
aceptado por la mayoría de los confederados en la lucha contra los invasores,
pacto que no fue asumido por el último Mencey de Taoro Bentor, digno heredero
de las virtudes heroicas de su padre el gran Kebehi Benchomo, prefiriendo el
suicidio ritual arrojándose al vació desde el Risco de Tigaiga antes que
rendirse a los invasores españoles. Tampoco aceptaron la rendición un número
considerable de notables así como un importante grupo de guerreros (unos cinco
mil) que optaron por continuar la defensa de la matria (patria) replegándose a
lo más abrupto del territorios, estos guerrero posteriormente fueron conocido
como los guanches alzados.
Con este acto de Los
Realejo comenzaron los bautismos masivos por el rito católico, algunos
cronistas recogen que en dicho acto los Menceyes que se habían sometido y sus
familias, fueron bautizados en un librillo de barro barnizado de verde, el rito
fue dirigido por un clérigo portugués, el invasor Rui Blás, de la secta
católica que acompañó al masacrador Alonso Fernández de Lugo en la conquista de
esta Isla Chinech (Tenerife.)
Como consecuencia de la cristianización
además de desintegrarse los sistemas religiosos, políticos, económicos y culturales que existían en la
sociedad precolonial, los guanches sufrimos una perdida del sentido de nuestras
vidas y de la existencia de nuestras comunidades. En medio de ese
desmoronamiento se introdujeron las bases de la cultura española. El primer
paso consistió en despojar al individuo de su identidad despersonalizándolo,
para ello se le obliga a renunciar a su nombre autóctono y se le sustituye por otro cristiano.
A partir de ese momento
en los incipientes núcleos de población de corte europeo fue como si los
guanches hubiésemos dejado de existir, a pesar de que caminábamos por sus
embarradas callejuelas ya no se nos reconocía, nos habían obligado a abandonar nuestra
vestimenta tradicional y a vestir de burdos paños de gruesa lana o basto lino,
suministrados a precios abusivos por mercaderes sin escrúpulos. Se nos obligó a
renunciar a nuestros sonoros y melódicos nombre:Tigáyga; Teguayco; Sunta; Rosalía; Rukaden: Ruyman: Sebensuí; Romén;
Círma; Collarampa; Dácil;
Tenesoya Vidina; Ayoze;
Doramas; Taoro: Tahodio; Chaurero; Teyda; Garachico; Guadameñe; Pelinor;
Roesmo; Ramagua; Chindia; Agoney;
Aniaga; Faina; Guadarfía, Guanareme: Teguise; Armiche; Amaluyge; Mayantigo:
Atanausú; Aythamy; Arminda; Benthejuí; Guayarmina; Kataysa; Abora; Guanche; Abenaura;
Abenchara;
Acerina;
Adasat;
Anagua; Arecida; Aremoga; Chaxiraxi; Chimaye; Dafra; Daida, Daniasa, Meagens,
Moneyba,
Tassa, Tassat, Talegaza,
Tazirga,
Tegina,
Tegueyga,
Tenercina;
Abian; Abtejo; Adargota; Aday;
Adargota; Adxoña; Azur; Aguahuco; Aguaberque; Uramas o Doramas; Chimenchia:
Benchomo; Bentor; Archinife; Akaymo; etc.,
Muchos de estos nombres
si queremos oírlos en la actualidad tendríamos que desplazarnos a América donde
los descendientes de los forzados emigrantes canarios los han perpetuado y
donde muchos de ellos perduran hoy en día como apellidos ostentados por
relevantes personajes de la política, las artes, las letras, la medicina, las
ciencias etc. En cambio en nuestra matria fueron ninguneados y eliminados,
sustituidos por los Pedro; Antón; Fernando; Luis; Gonzalo; Petra, María, Josefa, Ana, Luisa, Diego,
Antonio, Alonso, Jorge, Bernardo, Eduardo, Felipe, etc. etc.
La participación del clero católico en la
esclavización del pueblo guanche
Para cualquier religión
medianamente sensible un rito sagrado lo es sin duda el acto de purificación o
bautismo, pero este no fue el caso para la iglesia católica establecida en esta
colonia. Dicho rito fue utilizado por los invasores para esclavizar a nuestros
ancestros en actos ciertamente desalmados propio solamente de gentes de la más
baja condición humana, de vándalos carentes del mínimo sentimiento de dignidad.
Pero lo más censurable de
estos execrables actos, es que la iglesia católica otrora supuesta defensora de
los naturales no levantó la voz a favor de nuestros ancestros ni denunció estas
tropelías, a pesar de ser públicas y notorias,
porque indudablemente era mucho más rentable la complicidad que el
recabar justicia para los sometidos.
Alonso de Lugo era
generoso con lo ageno –siempre que no le afectara al bolsillo propio-, con
aquellos que secundaban sus planes sin cuestionárselos, de ello poseemos
abundante documentación, por ello no es extrañar su largueza con el obispo
Muros y con el clérigo portugués Rui Blas, quienes indudablemente fueron
cómplices en la esclavización de cientos de nuestros ancestros.
Como queda dicho en 1496
sucede en el obispado de Canarias Diego
de Muros, cuando llegó a Winiwada (Las Palmas) se hallaba ya ocupada la isla de
Chinech (Tenerife,) en cuyo repartimiento como hemos dicho se le asignaron
ciertos terrenos situado en la Sierra de Sejeita
(El Bronco-Lomo Largo). La cuestión es, si el obispo Muros no participó en la invasión y conquista de Chinech, ¿que motivos
tuvo Alonso de Lugo para premiarle a titulo personal con tan importante lote de
tierras?
El 25 de julio de 1496,
uno de los Capellanes de la secta católica que acompañó al invasor Alonso
Fernández de Lugo en la Conquista de esta
Isla Chinech (Tenerife), llamado Rui Blás,
asistió como tal Capellán a la
misa de ocupación que se celebró en el improvisado altar del Realejo
alto el día 25 de julio de 1496, al firmar algunos de los notables guanches el
Pacto de paz con los invasores.
Al hacerse más tarde el
reparto como botín de guerra de las tierras usurpadas entre los invasores
conquistadores, se le agració a título personal al clérigo esclavista Rui Blás
con una Data en Icod; consistente en las tierras que se sitúan en la cordillera
que por el Occidente cierra el Valle de Icod, que aun conservan el nombre de
aquel clérigo, y entonces se prolongaban hasta la orilla del mar, donde hoy
está la finca de la Coronela.
El investigador Antonio Rumeu de Armas nos
ofrece una documentada visión de los hechos:
“Una vez finalizada la
conquista, los atentados contra la libertad de los guanches de las paces fueron
reiterados. Véanse como ejemplo las denuncias que formula contra su censurable
actuación Francisco de Albornoz, “para guardar su ánima y conciencia” de los
remordimientos que le embargaban: “Se le acuerda al tiempo que se ganó la isla,
él fue conquistador, y después de ganada, el gobernador hizo llamar y traer
ante sí algunos clérigos, estando en el reino de Taoro, hasta cien almas de
guanches de esta isla, los cuales eran del reino de Tegueste, y estaban subidos
en un risco de la sierra diciendo que querían ser cristianos. Venidos ante el
gobernador y los clérigos, los bautizaron y tornaron cristianos, y, después de
bautizados, los hicieron embarcar forzosamente y los llevaron a vender, y
algunos de ellos vendieron en la isla. Esto parece al testigo contra razón,
porque decían que querían ser cristianos y vivir en su tierra, y no les fue
hecha justicia.”
Como los guanches de
Tegueste, refugiados en el reino de Taoro, pero pertenecían a los bandos de
guerra, jurídicamente podían ser reducidos a esclavitud, de acuerdo con las
prácticas de la época, que no reconocían al bautismo en general virtudes
liberatorias si era recibido en estado de servidumbre. Lo que se censura es el
procedimiento: la trampa y el engaño utilizados para la captura, máxime
invocando una finalidad espiritual.
En cambio, lo que no
tiene perdón fue la fechoría cometida con los guanches de Abona, Adeje y Anaga,
por la triple circunstancia de pertenecer a los bandos de las paces, la
ocultación perpetrada al obispo de Rubicón-Canaria de las perversas intenciones
de captura a traición, y, lo que es aún más grave, la artera y sacrílega
maniobra de utilizar un siniestro sicario disfrazado de prelado para sucios
fines de lucro a costa de indefensos seres humanos
En 1497 había estado en
Tenerife, en visita pastoral -como acabamos de referir-, el obispo de
Rubicón-Canaria don Diego de Muros, circunstancia que aprovechó para impartir
personalmente el bautismo a infinito número de guanches. Pues bien, véase ahora
lo que nos revelan dos testigos de cargo.
El primero, Alonso de las
Hijas, confiesa que…“los canarios de Abona e Adexe... heran de paces, e avían
servido a Sus Altezas al tiempo de la, conquista... contra los otros canarios
que heran en deservicio de Sus Alteza; e
el obispo asimismo los mandó veenir diziendo que se viniesen a tornar
Cristianos, y ellos vinieron a la Iglesia
seguramente, en que seran mas de
doscientas ánimas, y el obispo los tornó christianos; y a la ora después
de ser christianos, el dicho adelantado [Alonso de Lugo] los mandó encerrar en
una casa, donde los cautivó e los vendió, los quales davan vozes e reclamaban
diziendo que heran christianos servidores de Sus Altezas, que cómo hera aquello
que los vendían, e los llevaron a Valencia e a Barcelona e a otras partes...”
Más repugnante es la
declaración de Francisco de Albornoz. Este destacado mílite atestigua: “Después
no se ha guardado justicia; especialmente otra vez, al dicho tiempo, el
adelantado [Alonso de Lugo] hizo traer ante sí a los guanches del reino de
Anaga, unas doscientas ánimas entre hombres y mujeres, los cuales eran de
paces, y en la conquista ayudaron a conquistar a los otros en favor de Sus
Altezas. No se acuerda si los tornaron cristianos o no, pero vio cómo los
cautivaron y enviaron a vender. Y asimismo en dicho tiempo, el adelantado hizo
parecer ante sí hasta doscientos guanches del reino de Adeje y de las paces,
que asimismo ayudaron a conquistar los otros. En esta manera y con tal engaño
que como estaban escarmentados de lo pasado, pusieron en un corral, cercado de
piedra, un hombre (que se dice Sepúlveda) y cubriéronlo de ropa y dijeron que
el adelantado les llamaba para que viniesen a tornar cristianos, que estaba
allí el obispo, y al momento que los tuvieron dentro en el corral, los
cautivaron y los repartieron y embarcaron por cautivos.
Hoy sabemos, por las denuncias que luego se
formularon, que el número de los cautivos de los reinos de las paces pasaron de
mil, de 1os cuales permanecían en Tenerife, en 1498, unos trescientos. Otro
importante grupo de guanches horros los tenía ocultos, en sus posesiones de
Sanlúcar de Barrameda, don Juan Alfonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia; era
parte del precio de la colaboración prestada en la conquista de la isla.
Las quejas contra la
censurable conducta del conquistador se dejan sentir en la corte en las
postrimerías de 1497. Portavoz de los oprimidos será el mensajero Rodrigo de
Betanzos, quien aboga con tesón en defensa de los guanches de las paces,
víctimas de inicuas vejaciones.” (A. Rumeu de Armas, 1975: 403-481)
Está ampliamente
demostrado documentalmente que la mayoría de la población guanche sobrevivió a
pesar del holocausto que supuso las masacres persecuciones y esclavizaciones
llevadas a cabo por los españoles durante los primeros tiempos de la invasión y
conquista de la isla, especialmente en los menceyatos denominados de paces. La
rápida imposición de nombres católicos a la población guanche quedó registrada
en los libros parroquiales y en los protocolos notariales, en los que por
cierto no deja de ser curioso los encabezamientos de los testamentos los cuales
seguían un formulario oficial dictado por la iglesia católica en lo que se daba
por supuesto los deseos de
testamentarios en cuanto a la mandas dedicadas a la iglesia.
A estas familias de las bandas del sur de origen guanche se refiere el
viajero
escocés George Glas en el año 1764, aclarando que en el siglo XVII "...se conocía la
diferencia entre muchos guanches y los españoles; pero ahora [año 1764] están
mezclados, a excepción de algunas pocas familias por Candelaria, Güímar y
Chasnia [sic por Chasna]". Este curioso viajero británico tuvo oportunidad de conocer a las familias
chasneras que a mediados del siglo XVIII, dos siglos y medio
después de la conquista de la isla, se preciaban de ser descendientes puros de
guanches, sin mezcla con europeos. Glas las describe así: "...ambas
ciudades [Chasna y Güímar] tienen algunas familias que viven en ellas, que se consideran a ellas
mismas como los auténticos descendientes de los guanches. He visto y he
hablado con esas personas, pero no pudieron
satisfacer mi curiosidad en ninguna cosa que se refiera a los hábitos y costumbres de sus antepasados, cuyo
lenguaje han perdido por completo.
Me parecieron ser de una tez más blanca que los españoles de la provincia de Andalucía". (Goerge
Glas, 1982:80)
Este viajero escocés prueba a través de su testimonio cómo, más de 250 años después del fin
de la conquista de Tenerife, todavía existían familias en Chasna (que en aquella época
se extendía también por Arona y San Miguel) que se consideraban descendientes de los guanches,
sin mezcla con europeos.
Debemos tener en cuenta
que no todos los que fueron bautizados por el rito católico generaron
documentación escrita, aún así, es muy abundante la generada por las familias
guanches más notables mediante contratos y últimas voluntades. Al final de este
trabajo ofrecemos un amplio listado de guanches con nombres católicos, los
cuales hemos agrupado por nombres de pila ya que al principio de la
cristianización a nuestro ancestros solamente se les imponía el nombre de pila,
fue posteriormente a finales del siglo XVI cuando comenzaron a aplicarles
apellidos.
Tal como recoge el
historiador Nelson Díaz Frías, refiriéndose a la población autóctona de las
bandas del sur de la isla Chinech, pero que creo aplicable al resto de la isla:
“A pesar de la mortandad
producida por la conquista y los subsiguientes cautiverios, parece ser que, como ya dijimos, la
mayor parte de la población de Abona durante la primera mitad del siglo XVI estaba formada por guanches, que vivían
en cuevas y pequeños poblados dispersos, dedicándose a lo que mejor sabían hacer:
el pastoreo.
De algunas de estas familias guanches ha
quedado rastro en la documentación de la época, precisamente por su condición
de nobles en la estratificada sociedad aborigen. Además, seguramente, entre los
habitantes de Chasna que figuran en los registros sacramentales, a partir de
1570, se deben encontrar numerosos descendientes de guanches cuyos nombres
y apellidos europeos, en la mayor parte de los casos, hace imposible determinar su
verdadero origen, salvo en los supuestos de guanches pertenecientes a familias de
origen noble, algunos incluso descendientes de los menceyes sureños, en los que precisamente su distinguido
origen permite, con la ayuda de informaciones de nobleza o testamentos, salvarlos del
anonimato en el que seguramente se encuentran otros muchos de sus hermanos de raza,
difuminados junto con pobladores castellanos y portugueses con sus mismos nombres y apellidos
en los registros parroquiales conservados.” (Nelson Díaz, 2002:87)
Recordar que en la antigua Corona de Castilla y en sus colonias, es frecuente que los
nombres patronímicos se asuman como apellidos, se utiliza principalmente la
desinencia "-ez". Por ejemplo, del nombre propio Fernando deriva
Fernandez o de Diego deriva Díaz etc. Si bien los habitantes primigenios de
cada isla poseen su propio gentilicio tale como Awuaras (palmeros) Canarii
(canarios) Gomeros (gomeros) Bimbaches (herreños) Maxoreros o Majoreros
(naturales de Lanzarote y Fuerteventura) hemos preferido aplicar el termino
guanche para todos, ya que es comúnmente aceptado en la misma medida en que se
acepta el termino Canarias para todas las islas. Así mismo, en el lenguaje de
la época que tratamos el vocablo “Natural” era sinónimo de guanche, es decir, los guanches y
sus descendientes,
posteriormente este concepto quedó
diluido en el termino “vecino”.
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José Antonio Oramas Luís
Historia, leyenda y genealogía del
apellido Oramas